Las reinas de los mares
En otras ocasiones he contado que me encantan las mujeres inmersas en mundos de hombres. Me da igual que sean raperas, fontaneras, toreras o aviadoras. Pero, sin duda, las que más atención me despiertan, como a otros tantos, es la historia de las mujeres en la piratería. Corsarias y bucaneras, vagabundas, aventureras, asesinas, defensoras de causas justas, o simplemente contrabandistas, todas ellas tuvieron que romper, que quebrantar con voluntad firme, la ley y las costumbres de su tiempo. Y tener un papel muy diferente al que sus países y su momento, les tenía destinado. También tuvieron, en muchos casos, que esconder su identidad y vestirse de hombres, no sólo por el estigma tradicional de llevar mujeres en los barcos, sino para protegerse. La más famosas, la más de las veces, llegaron a la piratería por la fuerza de las circunstancias y se convirtieron pronto en ágiles malvadas capaces de saquear puertos y barcos y hacerse con múltiples tesoros, y en algunos casos, con gran influencia. Algunas se casaron con otros piratas y sustituyeron a sus maridos liderando la acción en el mar. Se conoce algo sobre la historia de las dos mujeres piratas más famosas: Anne Bonney, casada con un corsario, y que tras su muerte conoció y se alió con Mary Read. Sus vidas se rodean de dos leyendas. El amor entre ellas y las veces que se libraron de la horca alegando su embarazo.
Pero quizás la historia más fascinante de todas es la de Ching Shih. En un burdel conoció a su marido, Cheng I, marino mercante y líder de una flota pirata, que antes de su muerte llegó a tener más de 400 barcos. Tras la muerte de este, a principios del siglo XIX, sustituyó a su marido al frente de la flota mostrando pronto grandes habilidades en el mando y en la batalla en el mar. Durante la década del XIX sus actos llegaron a poner en peligro al gobierno chino, decidido a terminar con la piratería en gran parte de sus aguas. Se casó con el hijo adoptivo de su marido y creó un código de conducta en su flota, un sistema muy jerárquico que exigía de una total obediencia. Su tropa llegó a tener 2000 barcos.
Su historia se conoce por el relato de Richard Glasspole, un oficial de la Compañía de Indias, que escribió un relato sobre Madam Ching durante su captura por la flota. Una versión de su vida y de sus aventuras aparece también en uno de los relatos de Historia Universal de la Infamia de Borges.