LA ENCANTADORA DE NIÑOS



sábado, 25 de febrero de 2012


Mario+Alaska=Marlaska
Arpo, tus deseos son órdenes. K. me dice que cuelgue esto,jajajaja.  Qué grande:)

viernes, 24 de febrero de 2012

K. tiene razón. Marlaska es una buena mezcla entre Mario y Alaska:)

miércoles, 22 de febrero de 2012



Como diría Casta, me sigue creciendo la Kriptonica, aunque esta es amarillenta. Menudos sábados. La herencia de este ha sido unas botas que siguen mojadas tres días después y un sabañón en el pie izquierdo. Nieve hasta las rodillas. Jorobada, pero contenta. Necesito aire durante el finde porque, y pese a las malas lenguas:) durante la semana soy una mujer pegada al ordenador o corriendo hacia el metro pelada de frío o buscando caminos por la ciudad subterránea. Que dura es la vida de las exploradoras de sucesos y de libros. 

viernes, 17 de febrero de 2012

Mundo hielo IV.
Homenaje a shichimi



martes, 14 de febrero de 2012



Sigue sin darme la vida, pero esta vez es por algo mejor que lo habitual; trabajo y reforma. Y es que, aunque cueste creerlo estoy feliz con mi invierno canadiense. Me faltan K. y los amigos, y la cada vez menos pequeña M; pero he de confesar que nunca hubiera pensado lo que me gusta el invierno nevado. Están siendo unos días muy intensos, llenos de frío y sol. Me encantan desayunar arándanos y café; comer bagels a media mañana y notar el viento cortante en la cara. Pasear junto al canal de Lachine helado, comprar cranberries a estos granjeros ultramodernos en las tiendas organic, que son granjeros, pero parecen artistas barceloneses o berlineses, oler a confitura de ruibarbo y disfrutar con la belleza de los abedules plateados. Y todo esto mientras leo y busco y trabajo y paseo. Montreal, aunque es muy cosmopolita, no tiene la vitalidad neoyorquina, es más triste; pero tiene un no se qué, de ciudad canalla y muy joven, bohemia y cutre, con un feismo lleno de encanto, que me hace sentir muy bien cada vez que estoy. 

sábado, 4 de febrero de 2012


Estoy cansada, pero ha sido un día increíble. Voy a estar, ya estoy, hasta finales de febrero en Canadá y, aunque hace mucho frío, los días de febrero son muy soleados. Así que me he calzado las botas que compré con K. ; el plumas, el gorro y los guantes y he subido a caminar por las montañas de las afueras de la ciudad donde voy a vivir este mes. Siempre quise conocer el invierno aquí; todas mis estancias anteriores fueron en primavera y en verano, pero quiero días como estos, de hielo y sol y de silencio en la nieve.